La Edad de los Metales: la Consolidación del Caballo en la Civilización Humana.

La Edad de los Metales: la Consolidación del Caballo en la Civilización Humana.

Hoy tenemos una nueva parte del trabajo de Selena G. Soto. Representación y Metáfora del Caballo desde la Prehistoria hasta la Antigüedad Clásica,  el  sub-capítulo 1.3, y 1.3.1 : la edad de los metales: la consolidación del caballo en la civilización humana y Pueblos Ecuestres: Hititas y Hurritas.

Estos son los dos nuevos Sub-Capítulos:

1. El caballo en la prehistoria.

1.3. La edad de los Metales: la consolidación del caballo en la civilización humana.


1.3.1. Pueblos ecuestres: Hititas y Hurritas.

1.3. La edad de los Metales: la consolidación del caballo en la civilización humana.

Durante la época de los metales se fue perfeccionando su cría, su doma y su utilidad en general. En la zona Euroasiática, como hemos visto en el anterior capítulo, el caballo fue utilizado además de como proveedor de carne y leche, para contribuir en labores agrícolas, supuso una gran ventaja para la vigilancia de los rebaños y por supuesto, en esta etapa se consolidó como medio de transporte. Les permitió a las tribus de las estepas más alejadas, abandonar aquellas remotas regiones y desplazarse hasta lugares más propicios para desarrollar la actividad agrícola. Este vasto territorio estepario, que más adelante los griegos denominarán Escitia1, (Fig.21) fue el hogar de multitud de tribus individuales. Poseían sus propias creencias y dialectos, pero compartían una misma existencia migratoria centrada en torno a los caballos, el tiro con arco, la caza, el pastoreo, el comercio, las incursiones y la guerra de guerrillas. Es en este momento de movilización de estas tribus, cuando empiezan a cambiar las fronteras, se inician las invasiones y el caballo cobra un protagonismo sin igual en el ámbito bélico. Gracias a su velocidad y resistencia, el caballo proporcionó una abrumadora superioridad a los pueblos que lo poseían.

Los yamna, ya en el IV milenio a.c utilizaban al caballo como montura, uncidos a carros y no sólo les proporcionaban gran movilidad, sino una supremacía militar desconocida hasta entonces, que les facilitó su expansión. Son las estepas pónticas y las regiones del Volga la cuna del caballo de guerra, pues se han hallado los restos más antiguos de monturas y de carros de dos ruedas. Desde estas zonas, se extienden a Anatolia y Asia, por el oeste al centro y norte de Europa hasta los países nórdicos, Dinamarca y Suecia.


Con la manipulación de los metales se consiguieron perfeccionar los utensilios para enjaezar los caballos, mejorando las embocaduras. La invención de la rueda dio origen a los carros, que evolucionaron desde el primero de cuatro ruedas macizas, al carro aligerado de tan dos ruedas y radios con llantas de metal, mucho más veloz, que se convertiría en una máquina muy eficaz e indispensable para la guerra. Todas estas ventajas asociadas, propiciaron que el caballo se considerase un animal sagrado en muchas culturas, ofreciéndolo en sacrificio a los dioses y acompañando a héroes y reyes en sus conquistas. Tanto caballo, como carro de guerra, pasaron a ser símbolos de estatus social y económico.

(1)En la Antigüedad clásica, Escitia era la región euroasiática habitada por los pueblos escitas desde el
siglo VIII a.C. hasta el II d. C. Su extensión varió a lo largo del tiempo, pero en general comprendía las
llanuras de la estepa póntica desde el Danubio hasta las costas septentrionales del mar Negro. Las
regiones conocidas como Escitia en los autores clásicos incluyen: La estepa póntica: Kazajistán, sur
de Rusia y Ucrania (habitadas por escitas desde al menos el siglo VIII a. C.). La región al norte
del Cáucaso, incluida Azerbaiyán. La posterior Sarmacia, Ucrania, Bielorrusia y Polonia hasta el mar
Báltico (conocido como océano Sarmático). La zona del sur de Ucrania y el Bajo Danubio, también
llamada Escitia Menor.

En la edad del bronce (etapa muy belicosa) se comenzó a rendir culto a los guerreros y a sus hazañas. El caballo complementaba su imagen para ensalzar su fuerza y heroicidad. Se convirtió en un símbolo de superioridad y se reflejó en el arte. Esta nueva simbología del caballo ligada al guerrero aparece entre el VII y VI milenio a.C. Del pueblo El Obeid2 y de otros anteriores situados más al norte, probablemente procedentes de Persia, tenemos cerámicas y vasos de cobre donde se representan équidos identificados como caballos. En Susa3 Del IV milenio a.C datan unas figurillas de barro que muestran caballos y jinetes (Fig.22).


En los templos acadios de
Jafache, Tell Asmar y Tell Agrab se han encontrado también interesantes representaciones equinas, pertenecientes a los estratos más antiguos (período protodinástico, 3.000 a.C). En la llamada Estela de Jafache ya vemos caballos tirando de carros en una especie de celebración (Fig.23). Si bien podría parecer la conmemoración de una victoria de combate, las investigaciones apuntan a una festividad relacionada con el Año Nuevo, para invocar la abundancia de la tierra.


(2) Tell el-Obeid o el-Ubaid son las transcripciones al alfabeto latino del topónimo árabe actual que
corresponde arqueológicamente a un poblamiento de la Baja Mesopotamia, cuya cultura material,
identificada en su extensión por una gran zona del Antiguo Oriente Próximo, se conoce como cultura de
El Obeid. Está considerada como el primer estadio de la civilización sumeria, manteniéndose la incógnita
del origen real de los sumerios como pueblo.
(3) Susa era una antigua ciudad de los imperios iraníes proto-elamita. Elamita, primer imperio
persa, seleúcida y parto, y una de las ciudades más importantes del Antiguo Oriente Próximo. Se
encuentra situada en la parte inferior de los montes Zagros a unos 250 km al este del río Tigris, entre los
ríos Karkheh y Dez, en el sudoeste del actual Irán.


Probablemente más antigua, pero de la misma ciudad, tenemos una vasija decorada con un carro tirado por dos caballos, a los que va unido un tercero, que posiblemente fuera de recambio. Esta vasija la cita Homero como caballo de volanda. (Fig.24)


El carro de Tell Agrab, ofrece la imagen de un carro tirado por cuatro caballos que van guiados mediante riendas, sujetas por anillos a los ollares. El auriga, está de pie sobre dos peanas que se colocan encima del eje del carro, sujetándose con las rodillas a una pieza central recubierta de piel para poder mantener el equilibro. (Fig.25)


La misma iconografía aparece reflejada en una estatuilla votiva de bronce, procedente de un kurgán, datada del II milenio a.C. Un carro ligero, con ruedas de seis radios y un auriga que maneja los dos caballos, precedido de un perro, ofrece lo que se interpreta como una escena de caza (Fig.26).

Sumamos más evidencias en las ciudades de la llanura mesopotámica: Uruk, Kish, Lagash y Umma. El Primer Hombre procedente de excavaciones en Kish, muestra un individuo subido a un carro tirado por cuatro caballos (Fig.27).


La iconografía del caballo relacionada con la guerra se repite una y otra vez en las numerosas estelas conmemorativas de estos pueblos. En este contexto, hay que mencionar la famosa
Estela de los buitres datada del 2.500 a.C. En ella se narra la victoria de Eannatum, rey de Lagash, sobre los ciudadanos de Umma. Se representa un ejército profesional organizado, el propio Ennatum marcha como guerrero de carro, al frente de la infantería ligera. (Fig.28 y 29)

La misma temática se repite en El Estandarte de Ur del 2.700 a.C. (Fig.30) Esta pieza estilística es muy suntuosa y está realizada en taracea con ricos materiales, incrustaciones de conchas de colores claros sobre fondo azul oscuro de lapislázuli. En el estandarte aparece a doble cara la guerra y la paz. En anverso y reverso se reflejan
équidos, por su morfología se trataría del tipo tarpán4. No desaparecen los carros de guerra, todavía son muy primitivos, de cuatro ruedas macizas y los ejes delanteros fijos, lo que no permitía una excesiva movilidad. Los caballos están marchando primero al paso y después a galope sobre los cadáveres de los vencidos. Esta iconografía de la marcha sobre los cuerpos sin vida del ejército vencido tiene una extensa continuidad. Las figuras son aún muy hieráticas, representadas de perfil con algunos elementos frontales, como los ojos.


Resulta muy interesante subrayar el hecho de que los caballos representados no están castrados. En excavaciones de esta zona, se han encontrado ruedas similares a las reflejadas en estos carros y anillos de doble lazo, colocados en el timón por donde pasaban las riendas. Citemos el famoso
Pasa-riendas de Ur, realizado en plata, con dos anillas adornadas en su parte superior por un tarpán de oro. (Fig.31)


(4) El tarpán (Equus ferus ferus), también conocido como caballo salvaje euroasiático, es una
subespecie extinta de caballo salvaje incluida en la especie
Equus ferus a la que también pertenecen tanto
los caballos domésticos (
Equus ferus caballus) —del cual el tarpán es su antepasado salvaje— como el
caballo salvaje de Przewalski (
Equus ferus przewalskii
).

Durante el periodo Neosumerio y babilónico, se siguió perfeccionando la técnica ecuestre, mejorando los carros para hacerlos más ligeros y para obtener una mayor movilidad en el campo de batalla. Existían grandes cuadras para caballos, una de ellas durante el reinado de Gudea, en Lagash, en un templo dedicado a Nin-Girsú.


1.3.1. Pueblos ecuestres: Hititas y Hurritas.


Uno de los pueblos ecuestres por excelencia son los hititas, asentados en la península de Anatolia, cuyo reino abarca desde el siglo XVIII hasta el XII a.C., Esta civilización destaca sobre todo por su destreza ecuestre. Vivían fundamentalmente de la agricultura y la ganadería, ocupándose de la cría y doma de caballos.5 La abundancia y calidad de los pastos en sus tierras, propició la creación de notables yeguadas, cuyos ejemplares abastecieron a diversos pueblos durante siglos, incluida la famosa cuadra del rey Salomón (950 a.C).

“Tenía Salomón cuatro mil caballerizas de caballos para sus carros…”6

Esta cuestión ha sido confirmada por la arqueología dado que los establos de Megiddo tenían por lo menos 450 caballos. Los hititas fueron un pueblo tan caracterizadamente ecuestre, que, según indica Homero en sus Poemas el emplazamiento del reino de las amazonas, estaba situado en el país de Hatti7 (Fig.32). Numerosos textos hacen referencia a dichas amazonas hatitas, hititas y hurritas, que estaban educadas en las armas y también domaban caballos, cazaban y participaban en la guerra.

5 BRYCE, Trevor: El reino de los hititas, Cátedra, Madrid, 2001, pp. 31-32.
6 Libro de Salomón IV, 26
7 FERNÁNDEZ CAAMAÑO, Rosa Elvira.:Op.Cit., pp. 123-124.

Los hititas priorizaron la caballería frente a la infantería y el caballo ya era, desde hacía siglos, el animal favorito de la clase poderosa. Los hititas atesoraron el tiempo, el terreno y los medios para criarlo, seleccionarlo, entrenarlo y perfeccionar sus máquinas de guerra. El carro hitita era mucho más ligero, fabricado por materiales poco pesados de madera alabeada o de metal, las ruedas se componían de cuatro o seis radios. Dos caballos tiraban del carro que alojaba tres hombres, es decir, el conductor con las riendas, el portador del escudo y el guerrero, armando con arco y lanza.8 (Fig.33)


Los hititas concedieron una gran importancia a la caballería y, además de mejorar sus ejércitos y sus herramientas ecuestres, se preocuparon también de la salud y del cuidado de sus equinos. Tanto es así que fue en Hattusa9 donde trabajó Kikkuli, autor del primer tratado de hipología conocido, datado en 1.350 a.C, y titulado Encargarse de nada sino de los caballos (Fig.34). Kikkuli ha sido un gran maestro de caballos, que entrenó a los
jóvenes caballeros y a los caballos. En el tratado, comenta el entrenamiento adecuado en los potros, que debía iniciarse en primavera, con diferentes ejercicios para conocer la valía del animal. Primero los caballos tenían que superar al paso dos etapas de veinticuatro kilómetros, arrastrando un carro. Se suman asimismo tres carreras cortas de un kilómetro y medio al galope. En los días siguientes, se aligeraba su alimentación para reducir grasas y se alternaban los entrenamientos, los días de descanso y los baños. El vigésimo día comenzaba el entrenamiento sin carros, en distancias cortas que progresivamente se aumentaban. Todos los ejercicios, alimento, reposos, baños programados durante los siete meses de duración están minuciosamente reflejados día a día en este tratado. También se indica la composición del pienso o la cantidad de agua que debían tomar.10


8 AGÜERA CARMONA, Eduardo: Op.Cit., pp. 19-20
9 Hattusa o Hattusas fue la antigua capital del Imperio hitita desde el reinado de Hattusili I, situada en el centro de Anatolia, junto al río Kizil-Irmak, en lo que corresponde hoy en día en ubicación con la aldea de Boğazkale o Bogazköy, parte de la provincia turca de Çorum.
10 LION VALDERRABÁNO, Raúl: El caballo y su origen. Introducción a la historia de la caballería,
Aldus Velarde, Santander, 1970, pp. 60-62.

A pesar de que los hititas son una de las civilizaciones ecuestres de referencia en estas primeras etapas, no lo reflejan en el arte tanto como cabe esperar, aunque sí dejan constancia de su aprecio por el caballo en numerosos textos y a través de su asociación con sus dioses. El panteón y la mitología hitita asimilan dioses de otros pueblos como la hurrita, asiria, y demás culturas del Próximo Oriente11. En el Poema de Gilgamesh12 se aprecian numerosas referencias a los caballos y a los dioses: Poema de Gilgamesh, tablilla VI, columna I, la diosa Ishtar ofrece al héroe13:

Haré que te equipen un carro de lapislázuli y de oro,
Cuyas ruedas sean de oro y las astas de su caja de elmeshu;
(…)
Para la carga, tus asnos podrán más que las mulas,
Tus caballos, en el carro serán fogosos en la carrera.

Entre las representaciones más significativas tenemos sobre todo relieves, como los de las ruinas de Malatya (Fig.35 y 36) donde el dios Teshub va en su carro, mientras el rey hace libaciones ante los dioses y caza el ciervo.

11 GARCÍA TRABAZO, José Virgilio: Textos religiosos hititas, Editorial Trotta, Madrid, 2002, pp.38-39.
12 La Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh (2500-2000 a. C) es una narración acadia en verso sobre las peripecias del rey Gilgamesh (también transcripto como Gilgameš). Está basada en cinco poemas independientes sumerios, que constituyen la obra épica más antigua conocida.
13 GONZÁLEZ SALAZAR, Juan Manuel: Rituales hititas. Entre la magia y el culto, Akal, Madrid, 2009,
pp. 36-37.

Son hermosos también los relieves procedentes de las excavaciones de Karkemis, donde aparecen dos caballos enfrentados (Fig.37). Junto a los relieves, también se conservan numerosos restos de enjaezamiento de carros y caballos, como la Anilla pasarriendas de Hattusa (Fig.38).

En este punto, vemos como el caballo se convierte en uno de los grandes protagonistas de todas estas culturas. Su papel es tan relevante que divinidades, héroes y heroínas se vinculan estrechamente a la actividad hípica. En el santuario de Yazilikaya14 se hallaron monedas y relieves con representaciones de guerreras. Entre las más famosas tenemos a Otrera, madre de Hipólita, Antíopoe y Melanipa. También la hitita Inara, conocida por su lucha con el dragón-serpiente Illuyankas, al que mató, junto con su amante, por haber desobedecido su palabra, o las diosas que lucharon con Gilgamesh, como Tiamat, que era una guerrera profesional.15


La cultura ecuestre del imperio hitita fue legada por los hurritas, el llamado reino de Mittani16. Isuwa17 era la tierra de los caballos, y parece ser que este pueblo no era indoeuropeo, pues su lengua ni era indoeuropea ni semita, sino que pertenecía a las denominadas lenguas caucásicas. Se les atribuye la introducción del caballo en Oriente. Los hititas adoptaron su caballo y contrataron a especialistas hurritas como Kikkuli para  prender el arte de la cría y entrenamiento. Entre los hurritas, destaca la figura de los maryannu que significa “joven guerrero” en el Rig Veda se describe su destreza en el manejo de carros y caballos. Estos jóvenes consagraban una dedicación absoluta al caballo y a sus hazañas, llamando la atención de los egipcios, quienes tradujeron el término maryannu como “joven héroe”. La consideración social de estos guerreros era muy elevada y así ha quedado reflejado también en el arte. En el llamado Plato de oro de Ras Samra (Fig.39) procedente de Ugarit, datado del siglo XIV a.C, se refleja a un joven guerrero sobre su carro, con las riendas atadas a su cintura y su caballo a galope mientras dispara un arco.


14 Yazılıkaya es un yacimiento de unos 3.200 años de antigüedad (edad del bronce) que se cree desempeñó un papel religioso importante en el antiguo Imperio Hitita.
15 FERNÁNDEZ CAAMAÑO, Rosa Elvira.:Op.Cit., pp. 124.
16 Mitanni o Mitani fue el nombre de un antiguo reino ubicado en el norte de la actual Siria, también conocido como Naharina. Se puede considerar que el reino Mitanni existe desde antes del 1500 a. C.
17
Isuwa, Issuwa o Ishuwa fue un reino hurrita situado en la parte oriental de la península de Anatolia durante el segundo y el primer milenio antes de Cristo, conocido principalmente por sus relaciones con Mitani y el imperio hitita.

Esta iconografía se repite en la Caja de Enkomi (Fig.40) y es una representación adoptada por los egipcios para ensalzar a sus faraones, asemejándolos a héroes, incluso a dioses gloriosos y llenos de poder.18


Bibliografía
AGÜERA CARMONA, Eduardo, «Domesticación y origen de la doma y manejo del caballo» en Solemne acto de apertura del Curso Académico 2008-2009 de las Universidades Andaluzas, Facultad de Veterinaria, Universidad de Córdoba, 2008.
ALCALDE DEL RÍO, Hermilio.
Las pinturas y grabados de las cavernas prehistóricas de la provincia de Santander. Santander, 1906.
BLANCO FREIJEIRO, Antonio:
El arte del Próximo Oriente, Anaya, Madrid, 1992.
BRYCE, Trevor:
El reino de los hititas, Cátedra, Madrid, 2001.
CHARLISH, Anne.
Un mundo de caballos. Ringier AG, Barcelona, 1982.
DELPORTE, Henri.
La imagen de los animales en el arte prehistórico. GEA, Madrid, 1995.
FERNÁNDEZ CAAMAÑO, Rosa Elvira.
Los caballos en el arte y en la historia. Desde sus orígenes hasta la Edad del Hierro. Universidad de Vigo, Vigo, 2013.
FERNANDEZ VEGA, Ana:
Prehistoria II: Las sociedades metalúrgicas. Madrid, 2011.
GARCÍA TRABAZO, José Virgilio:
Textos religiosos hititas, Editorial Trotta, Madrid, 2002.
GONZÁLEZ SALAZAR, Juan Manuel:
Rituales hititas. Entre la magia y el culto, Akal, Madrid, 2009.
GUICHARD, Helene:
Animales y faraones, el reino animal en el antiguo Egipto, Louvre, Barcelona, 2015.
JORDA CERDA, Francisco.
Sobre figuras ecuestres paleolíticas de posibles caballos domesticados,  Salamanca.
KRISTIANSEN, Kristian y LARSON, Thomas,
La emergencia de la sociedad del bronce, Barcelona, 2006.

LACALLE RODRÍGUEZ, Raquel. Los símbolos de la prehistoria. Mitos y creencias del paleolítico superior y del megalitismo europeo. Almuzara, Córdoba, 2011.
LION VALDERRABÁNO, Raúl:
El caballo y su origen. Introducción a la historia de la caballería, Aldus Velarde, Santander, 1970.
MAYOR, Adrienne:
Amazonas: guerreras del mundo antiguo. Madrid, Desperta Ferro, 2017.
RIPOLL LÓPEZ, Sergio.
Prehistoria I: Las primeras etapas de la humanidad. Uned, Madrid, 2010.
TRIADÓ TUR, Joan Ramón.
Historia del arte. Vicens Vives, Barcelona, 2009

Gracias Selena por tu trabajo.

Saludos de Gabriel.

Gabriel Gamiz

Jinete de Raid Juez de Raid

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