El Caballo, Determinante en la Solución del Accidente.
El Caballo, Determinante en la Solución del Accidente.
Esta mañana del domingo 18 de Febrero de 2024, y estando en la magnifica playa de Rota (Cádiz), tomándonos unas cervezas con la familia, recordamos anécdotas de juventud, sobre todo las acaecidas con los caballos, ya que es un mundillo que a toda la familia les gusta. Pues una de las historias, nunca la he publicado y me han dicho que escribiera sobre este incidente, donde el caballo fue determinante en la solución del accidente.
Era un día de San José un 19 de Marzo de 1950, ya ha llovido, pero no se me olvidan aquellos acontecimientos como si fueran de ayer mismo.
Estábamos pasando el día en la Huerta Villalon, toda la familia que en aquel año la componíamos, mis padres, mis hermanos que en aquellos años ya eramos cuatro, luego mas tarde llegarían mis dos hermanas, y una tía nuestra que convivía con nosotros.
La Huerta Villalon, era una finca que llevaban mi padre Gabriel y mi tío Manuel Gamiz, agricultura con todo tipo de cultivos, ya en aquellos años fumigaban con avionetas, lo que da idea de las extensiones que se cultivaban. Y ganadería con una vaqueria de vacas lecheras.
Muchas anécdotas de aquellos años en la huerta, donde llegue a ir de manijero con cuadrillas de mujeres escardando algodón, sulfatar algodón con una maquina expeledora de polvo, veneno para las enfermedades de este cultivo, este quehacer se realizaba de madrugada para que el polvo quedara impregnado en las hojas del algodón, ir con cuadrilla de recolectores del algodón, ya eran mixtas las cuadrillas para estas labores, y había que controlar la pureza de lo recolectado, ya que al entregar este algodón, dependía mucho su recolección para la clasificación del producto.
También teníamos en la huerta, una vaqueria de vacas lecheras, para el consumo de leche fresca que se repartía por Sevilla en un carro. En esta vaqueria tengo otra historia, que algún día contaré, un accidente en la alberca donde se humedecía la pulpa desecada de la remolacha para pienso para las vacas, con mi hermano que es el causante de este artículo.
Pues me supongo que comimos en la casa de la finca, no recuerdo este detalle, y luego nos fuimos toda la familia de excursión a merendar a lo que llamábamos «el Motor» que era una explanada donde había una gran morera y una caseta con un motor que sacaba agua para el riego del rio Guadaíra ( Guadaíra – Wikipedia), rio que lindaba con toda la finca.
Pues para ir al «Motor» , que estaba a unos cuatrocientos o quinientos metros, íbamos por la tajea, que era la conducción por donde venia el agua de riego desde el Motor, esta tajea en aquellos día estaba seca y se caminaba mejor con los niños que por el campo.
La tajea a mitad de su recorrido, tenia un sifón para favorecer el paso de los carros y arados de un lado a otro de esa tajea. Pues a la ida cuando llegamos al sifón, había que salir de la tajea, pasar por encima del sifón y volver a entrar en la tajea. Pues al pasar por este lugar, mi hermano Manolo, que es el protagonista del accidente, dijo que quería meterse por el sifón, le dijeron que siguiera y todos camino del «Motor» para merendar.
Y a la vuelta fue el grave accidente, veníamos por la tajea de vuelta a la casa de la huerta y al pasar el sifón, mi hermano desapareció de la vista de los mayores. Mi padre corrió al rio Guadaíra que estaba a unos 50 ó 60 metros, por si había corrido hacia al rio, ya que había desaparecido. Al llegar al rio vio que la superficie estaba cubierta de una verdina y sin el típico hueco que se forma si cae algo en esas aguas, al no estar en el rio, el único lugar posible era el cuadrado de la entrada del sifón, lleno de aguas cenagosas y putrefactas.
Sin pensarlo, mi padre se metió en el sifón, tanteando hasta donde le llegaba la mano, no tocando al niño, se vuelve a meter por la otra boca del sifón y hace la misma maniobra, logrando coger por los pelos a mi hermano Manolo, negro como el tizón, salio corriendo con el niño en brazos hasta la casa para coger un caballo y volar hacia el hospital.
En ese momento de desasosiego, mi madre, que llevaba a mi hermano Paco, aun de pañales, lo soltó en el suelo y lo recuerdo como si fuera ayer, rodar por la pequeña pendiente que hacia el paso de carros por encima del sifón.
Esto del caballo, ya no lo vi, ya que los niños no corríamos tanto como corrió mi padre. El caballo lo llevo uno de los trabajadores de la huerta y fue la salvación de mi hermano, el galope del caballo y antes el correr de mi padre, le harían la respiración artificial de una manera instintiva. Llego al hospital, y hoy me he enterado, que el último recorrido hacia la urgencia hospitalaria lo realizó en un coche de un jugador del Real Betis Balompié.
El resultado de este accidente, fue un lavado de estómago y que por lo visto no tragó ni gota del agua cenagosa del sifón. No puedo calcular los minutos que estuvo bajo el agua del sifón, pero pensando la ida y vuelta del rio, la primera entrada de mi padre al sifón y la segunda con éxito de cogerlo de los pelos, fueron muchos minutos de apnea y tampoco sabemos cuando empezaría a respirar en el caminar hacia el hospital.
También hoy, en el transcurso de las charlas, me he enterado, que mi abuela al enterarse del accidente, acudió al hospital con un pelele blanco para amortajarlo. Cual no serian las gravísimas noticias de este accidente.
En definitiva, que se salvo por puro milagro y por el galope de un caballo que fue el salvador del niño del sifón. Ya en mi juventud, el caballo ha sido un motor de mi vida y la afición con la que sigo a pesar de los años y circunstancias vividas, que serían para escribir un libro con muchas páginas.
A mi padre, nunca le escuché nada sobre esta historia, ya que la tendría muy interiorizada y sufrida de pensar que se le marchaba uno de sus cuatro hijos, como tampoco repitió mi gravisimo accidente con mi caballo cuando casi me ahogo en un barranco en Zufre (No Hacemos Caso a Nuestros Mayores.). Era un hombre agricultor y ganadero, de pocas palabras, pero que nos dabas responsabilidades desde muy pequeños, en aquellos tiempos, desde muy jóvenes, caminábamos solos a caballo para ir al campo, el recorrido era de mas de una hora, a recoger la leche a diario, cuando no estábamos en el colegio, o viajábamos solos en el «Saure» desde Zufre hasta Sevilla haciendo transbordo en Higuera de la Sierra. Hoy en día pienso que mis nietas, con esa edad, hicieran lo que nosotros hacíamos, y me resulta impensable.
Como decía antes, historias para un libro.
Saludos de Gabriel.
Pepin Romero:
Con verdadero interés he leído la historia que nos presentas y que bonitas son todas las que recordamos u sabemos contar, sobretodo cuando el final es feliz.
Desde luego no te aburrirías.
Un fuerte abrazo.
Antonio Manuel Gamiz Cortés:
Fenomenal tu artículo.
Realmente debes plantearte escribir un libro con todas las anécdotas familiares y experiencias vividas.
Muchos besos.