Defensa de los Caballos ante las Inclemencias del Tiempo.
Defensa de los Caballos ante las Inclemencias del Tiempo.
«El frío Me gustaría hablar de aspectos más simpáticos y menos técnicos pero tengo un amigo preocupado por los -20º C que pueden medirse en Marabio algunas veces. Que nadie sufra, para los Asturcones, como para otros caballos, lo malo es el hambre y el maltrato, para el frío están perfectamente preparados.
Trataré de resumir: Ahora mismo a todo el corru le está creciendo el pelo. ¿Cómo? Pues el pelo de verano, corto y brillante, se alarga 3 ó 4 cm. Lo que crece lo hace fino y rizadillo, parecido a la lana de oveja, quedando como punta la parte lisa de verano.
El resultado es la mejor capa impermeabilizante y aislante que podáis imaginar. Además capta energía solar cuando es posible.
Así funciona: Con lluvia, humedad elevada o frío el pelo se aplasta quedando las puntas muy prietas formando “tejadillo” sobre una capa de “lana” mezclada con las células muertas que se desprenden de la piel. El resultado es que el agua se desliza superficialmente sin mojar nunca la piel y la capa aislante impide tanto el paso del frío hacia el interior como la pérdida de calor hacia el exterior.
Causa impresión ver a los animales cubiertos de escarcha o nieve y sorpresa verlos tan contentos como siempre. La escarcha o la nieve tarda en fundir porque, como dije, el calor del animal no traspasa su capa aislante para fundir el hielo superficial.
En condiciones adversas les dejo siempre la cuadra abierta y con hierba suficiente en los pesebres. Pueden resguardarse y comer cuanto quieran. Hierba comen la necesaria si fuera encuentran poco. Se resguardan cuando hay ventisca, sobre todo si viene con lluvia o nieve. Esto no les gusta nada y vence su resistencia a estar entre paredes y techo.
¿Qué pasa si por el día hace sol? Que despliegan el mecanismo de captación de energía solar. No hay panel más eficaz. ¿Que cómo es eso? Muy fácil: el pelo se les pone suelto y erizado. Parecen peluches redondos y gordos disfrutando del sol. Mis caballos son negros y eso les ayuda. Basta tocarles el lomo para notar el calor y comprobar la eficacia de los pelos desplegados con toda su superficie captando. Y con el pelo erizado sí que penetra el calor en la piel.
Los humanos hemos hecho lo imposible: poner puertas al campo con cierres, caminos, carreteras, propiedades, vedas, normativas… Ello impide a los caballos seguir su propio instinto de supervivencia. No pueden migrar a su antojo y buscar los mejores sitios en cada estación. La ayuda que les prestemos compensará solamente un poco lo que les quitamos y no es nada en comparación con lo que nos dan.»